lunes, 15 de agosto de 2011

El gran carnaval de los 33

UN GRAN CARNAVAL: en eso se convirtió la historia de los 33 mineros atrapados en la mina San José. A partir del miércoles comienza la función. La hazaña se transmitirá por televisión y a nivel internacional. Todos estamos alegres y entusiasmados para que el rescate salga perfecto. Pero a estas alturas resulta imposible soslayar y dimensionar a ciencia cierta todo el provecho mediático, económico y político que se está sacando de este episodio.

Todo lo que se pueda decir acerca de lo que ocurrirá una vez que los mineros sean rescatados puede resultar obvio y predecible. Pero de todas formas, hagamos el ejercicio: Más de un centenar de medios de prensa extranjeros transmitirán en vivo las operaciones de rescate, paso a paso, minuto tras minuto, sin pasar por alto ni el más mínimo detalle. Miles de personas, entre familiares, cercanos y conocidos los recibirán entre gritos, abrazos y llantos. Las cámaras, apostadas en los rincones menos esperados, registrarán cada uno de los gestos más emotivos. Los televisores de todo el país se mantendrán encendidos, y las miradas de la población permanecerán expectantes.

Las autoridades aguardarán el momento oportuno para figurar como un actor importante dentro del rescate, conscientes de todo el provecho político que pueden obtener si son buenos actores. Apenas tengan la ocasión vociferarán a los medios nacionales y extranjeros que “logramos rescatar a los “33”: los “héroes de la patria”, “hombres con temple, fuerza y energía que quedarán en la memoria de todos y cada uno de los chilenos”, y mil trivialidades más que ayudarán a condimentar el caldo de cultivo de emociones que será el plato especial de ese día.

Con todo esto, se pasará por alto un punto clave durante todo este proceso, que mucho más que héroes –por la valentía y el coraje de aguantar con vida durante tanto tiempo- los mineros son víctimas de las pésimas condiciones laborales y de inseguridad en las que trabajan. Aunque claro, de ello no se dirá nada, eso no será lo importante, ni para los espectadores y mucho menos para el aparataje mediático que alcanzará altísimos niveles de audiencia. 

Los mineros son víctimas de una realidad que viven mucho más que “33” hombres. A sangre fría, los otros miles de trabajadores que están en sus casas se estarán maldiciendo una y otra vez por no haber estado en el interior del yacimiento al momento del accidente, pues no tendrán la suerte de los que se quedaron atrapados. Los afortunados, los 33, volverán a nacer luego de salir a la superficie. Sus vidas cambiarán, para bien o para mal, radicalmente.

Los dueños de los medios y los grandes empresarios los estrujarán hasta dejarlos secos, hasta que no les sirvan, hasta que dejen de ser noticia. Claro que los más inteligentes le sacarán provecho a su popularidad, pero otros, en cambio, podrían perder el rumbo al no poder mirarse al espejo al al verse fulminados por las luces de los flashes, las entrevistas, las invitaciones a programas de televisión, las invitaciones al extranjero, las condecoraciones, los premios, los nuevos amigos, en fin: al dinero, la gloria y la fama.

Si me piden que les plantee la manera en que yo hubiese manejado este episodio, no sabría que decir, porque dadas las condiciones, no existe la forma de hacerlo. Esto va en contra de la voluntad de los individuos, se trata de un fenómeno mediático imposible de contrariar, que ya forma parte del inconsciente colectivo y que avanza con la fuerza de una ola gigantesca. Me limitaría a expresar mi deseo de que una vez que los trabajadores salgan con vida, se les diera la bienvenida que merecen, con la parafernalia y todo si quieren, porque de verdad se la merecen, pero que luego se les dejara tranquilos en sus hogares, junto a sus familias, para que pudieran comenzar de nuevo. Pero eso suena muy lindo para ser verdad.

Les recomiendo la película “Ace in the hole” o “The big carnaval” (se conoce con esos dos nombres) de Billy Wilder. La protagonizó Kirk Douglas, en 1951. The big carnaval” fue premonitora en muchos sentidos. En ella verá a todos los personajes que aparecen hoy en la televisión, personificados en el film.

Qué es un problema

Es complicado imaginarse una vida sin problemas. Pensar en su ausencia hace que la rutina y la monotonía tomen protagonismo. Los altibajos a los que debemos enfrentarnos día a día, atravesando, saltando y derribando obstáculos que bloquean el camino hacia nuestros objetivos, son muchas veces razón de lucha constante.

Desde los optimistas hasta los más pesimistas han enfrentado problemas y muchas veces la solución está más lejos de lo que ellos esperan. He ahí el problema: encontrar la solución. Pero ¿cómo enfrentar un problema sin saber qué es un problema? Para muchos es una pregunta obvia y, curiosamente, se llena de respuestas mediocres ante tan ‘obvio’ cuestionamiento.

Básicamente, un problema es la dificultad o el obstáculo para encontrar alguna solución a una situación o hecho determinado. Según la RAE, un problema se define como una “cuestión que se trata de aclarar”; también, como una “proposición o dificultad de solución dudosa”. Sin embargo, para otros autores la definición de la palabra problema es mucho más compleja y terminan por transformar este ejercicio en verdadero problema.

Un problema se puede enfocar desde distintos puntos de vista, y cada uno con su propia definición. En matemáticas, es una pregunta que requiere una explicación y demostración mediante ejercicios matemáticos; en religión, se refiere a la contradicción entre dos dogmas; en filosofía, a la posibilidad e imposibilidad de las situaciones y cosas.

Según Ronald Kantowski, cosmólogo teórico, un problema desde el punto de vista matemático es “una pregunta que el alumno no sabe responder o una situación que es incapaz de resolver usando los conocimientos que tiene inmediatamente disponibles”. Desde el ángulo filosófico, para Aristóteles, un problema es “un procedimiento dialéctico que tiende a la elección o al rechazo o también a la verdad y al conocimiento”.

Ahora, ninguna de estas definiciones es enteramente clara sin una explicación previa, por lo tanto, es mejor quedarse con las respuestas más simple. Por ejemplo: “un problema es cuando dos más dos no son cuatro”, frase que usaba el fallecido productor de cine, Warren Goldberg, para definir cuando se estaba en presencia de uno.

Se entiende que al enfrentarnos a un problema hay algo que no encaja y hay que hacer que encaje; debemos encontrar los números adecuados para que el ejercicio sume cuatro. Y para esto, es indispensable saber sumar. 

Por lo tanto, un problema tiene cierta relación con el conocimiento. Cuando una situación se nos escapa de las manos es, la mayor de las veces, porque no tenemos pleno conocimiento sobre lo que estamos tratando: no se previno lo que podía suceder, es decir, no se sabía lo que podía pasar. 

Asimismo, para encontrar alguna solución, se requiere tener los conocimientos necesarios para resolver el problema. Como dice una frase conocida: “es mejor prevenir que curar”, permanecer siempre atentos y bien informados para que ante cualquier síntoma de que se avecina un problema, estemos preparados. A fin de cuentas, sea como esté definida la palabra, problemas son problemas y lo importante es saber enfrentarlos.

Una noticia fabulosa

Despenalizar el consumo de la marihuana sería una noticia fabulosa para el 5,6 por ciento de la población (yo creo que más) entre 15 y 64 años de edad que usufructúa de la planta. Tanto así, que los dejaría literalmente por las nubes de la felicidad. Y no es chiste, según el último informe de la Organización Mundial de la Salud, Chile el país más consumidor de Cannabis en Sudamérica.

Pese a la ley de drogas, a las campañas de prevención, al Control Nacional de Estupefacientes, CONACE, y a los miles de programas financiados con políticas públicas a través del erario fiscal de los chilenos, no se han obtenido resultados positivos: El consumo de cannabis es una realidad infalible y que va en aumento.

En plazas, parques, carretes, juntas, o hasta en la familia. Donde quiera que sea, no falta el volao, aquel sujeto que hizo del consumo de la marihuana una verdadera forma de vida. ¿Quién no conoce al típico vecino bueno pal’ pito, al amigo que anda por las nubes, o al conocido que tiene una mata de marihuana plantada en su patio trasero?

Volaos hay por montones. Y no parece extraño que ya se hayan organizado por un fin en común: legalizar la Marihuana en Chile. Ya vieron el ejemplo de sus vecinos argentinos –que legalizaron el consumo personal de la marihuana– y miran con anhelo y deseo el día que suceda lo mismo en nuestro país, pese a los detractores de esta iniciativa.

 Por qué no se puede hacer feliz al 5,6 por ciento de la población

El debate se abre paso cuando unos abogan por despenalizar el uso de la marihuana para terminar con el narcotráfico, y otros por negar esta solicitud por considerar que llevaría a aumentar su consumo.

Quienes están en contra, consideran que legalizar la marihuana implica decir que es inocua y se respaldan en investigaciones científicas que aseguran que el consumo provoca daño cognitivo y dependencia. Otro argumento muy manoseado es el que dice que una vez se legalice la marihuana aumentará el consumo y será el paso previo a las drogas duras.

Los detractores a estas ideas plantean que reprimir sólo refuerza a las mafias que siempre estarán agradecidas del prohibicionismo, ya que el auto-cultivo tiende a apartar a los consumidores habituales de las redes del narcotráfico, que es donde se produce la escalada hacia las drogas duras. En ese sentido, quienes no quieren legalizar se convierten inconscientemente en los mejores aliados de los drugdealers, pues sin ellos no existiría su negocio.

Desde los volados, ciudadanos y políticos, hasta los médicos, abogados y expertos de todos los sectores muestran sus posiciones y muchas veces con diferencias considerables. Finalmente, son los parlamentarios los principales responsables de que muchos chilenos no logren alcanzar su ansiada felicidad, pues toda esta discusión estanca cualquier iniciativa en el parlamento.

 

miércoles, 20 de julio de 2011

Chile-Perú

Me parece ridícula la posición de algunos compatriotas chilenos que manifiestan a viva voz su repudio en contra de nuestros vecinos peruanos –aumentando las diferencias, la hostilidad, y las descalificaciones-, cuando los verdaderos conflictos del problema no somos nosotros, los ciudadanos, sino que los mandatarios.

Esteban Acuña, La Tercera, Sábado 21 de noviembre de 2009.

Devotos del calor en Santiago Centro

¡Esto es un vicio! me aseguró “el Pelao”– cuando le pregunté por qué venía tan seguido a los baños turcos–. Pero un vicio sano, compadre –terminó diciendo. Es que desde hace 23 años es cliente del mismo sauna y no ha dejado una semana sin visitar el lugar. Un hombre que, sin duda, disfruta del calor. Y no es para menos, si se pasea de sala en sala, desde los 45 hasta los 70 grados de calor. Perfecto para limpiar y estimular el cuerpo –me aseguró– es que no existe mejor terapia que ésta.

 Baños Turcos Miraflores & SPA”, es el baño de ‘salud y belleza’ más decente que logré ubicar. Por lo menos, las fotos de la Web, en su página oficial, me convencieron de eso. Esto es de otro nivel, me dije, cuando vi las primeras fotos: una entrada reluciente como de esos ‘resort’ del barrio alto; baldosas impecables; máquinas de última generación. Comparadas con las imágenes de otros SPA, esto era la ‘créme de la créme’

Lo primero que intenté fue capturar la misma imagen que ese increíble fotógrafo hizo de una simple entrada una lujosa bienvenida; pero fue inútil. No me sorprendió cuando comprobé que una buena cámara fotográfica puede hacer maravillas. 

Al principio, y a primera vista, no fue agradable encontrarme con hombres paseándose en pelota, con el racimo colgando; ni chapotear por el piso mojado, mezcla de humedad y transpiración; menos sentarme donde todos –con o sin toalla– apoyan su trasero o su verga; tampoco aguantar el calor sofocante, que sólo gracias al aroma del eucalipto hacía más grato el ambiente. Así y todo, debo aceptarlo; poco a poco, me dejé estar, me eché al bolsillo los temores y comencé a tomarle el gusto al calor que invadía mi cuerpo. 

Descubrí, de paso, que “salud y belleza” no era el mejor slogan para referirse con lo que me encontré dentro. Para qué, me pregunto yo, si quedaría mucho mejor así: “Baños Miraflores, años y kilos de más en un solo lugar”. Si se paseaban como Pedro por su casa, con sus barrigas hasta el suelo, en su más íntima faceta. Así se conocían todos, sin pudores ni temores, como ‘Dios los trajo al mundo’

Gordos, flacos o terciarios de edad. Da igual. Más de uno, si es que no eran la mayoría, cliente frecuente; uno que otro – tres de cada cinco, dijo uno de los clientes, entre los que estaban allí –, debía ser gay; la duda invadía sin quererlo. 

Las ‘tallas’ iban y venían dentro del sauna. Fue allí uno de los pocos momentos en que se armó una suerte de conversación. Ellos ya se conocían, se molestaban, si era en serio o no, no lo sabía, pero salía más de una de esas bromas en doble sentido; sin duda, eran los conocidos de siempre. Luego de unirme a las risas, el calor fue más fuerte de lo que pude aguantar y tuve que salir de ahí lo antes posible. Transpirado, totalmente sudado. Pero de ahí en adelante, el cambio fue radical.

 ¡Qué mejor lugar para soltar tensiones! Sudaba y sudaba, y quería sudar más, sentir la gota gorda correr rápidamente por mi rostro. ¡Necesito más calor! Y me dirigí a la sala más calurosa y allí me quedé. Luego salí, abrí la ducha, dejé caer el agua fría sobre mi cuerpo. Volví al vapor, ahora a una sala de madera de alta temperatura, con el carbón acompañándome al rojo vivo. Otra vez salí, directo a la sala evaporada. Luego, a la sala del eucaliptus. Ahora a la sala sofocante, donde costaba respirar. Y así... hasta que colapsé. 

Cuando reaccioné, vi un anciano de aspecto venerable que en las duchas se refregaba sus partes íntimas con tanta dedicación y furia que no pude aguantar las ganas de reírme; se dio media vuelta, y el octogenario, con la misma perseverancia, aplicó esponja y jabón, esta vez, en su trasero. Notable. Se sentía un hombre realizado.

¡Qué naturalidad! ¡Qué dedicación! Me costó creer que existiera en este país un lugar donde la intimidad y el pudor quedaban tan fuera de lugar. Y es que existen otros mundos dentro de un mismo país, el problema es no encontrarlos, o siendo más sinceros, el problema es no buscarlos. Pero están allí, frente a nuestros ojos.

Terremoto perenne en la Concerta

En la Concertación aún no termina el terremoto. Está recién comenzando. No existe consenso al interior de los partidos a un mes de que se inicien las elecciones internas, y priman, en cambio, las competencias personales, los protagonismos políticos y las discusiones demagógicas por sobre el fin último: renovar el conglomerado para conformar una nueva oposición propositiva que sea un aporte para el país.

No bastó con la “teleserie política” que se generó tras el anuncio y posterior bajada  de la candidatura de Fulvio Rossi por el Partido Socialista (PS) ni la de su esposa y ex vocera de gobierno, Carolina Tohá, por el Partido por la Democracia (PPD), motivadas por un supuesta “incompatibilidad matrimonial”. Le siguió la denuncia que realizó el mismo Rossi sobre la existencia de poderes fácticos dentro de la Concertación que lo querían perjudicar, lo que aumentó el dramatismo y los ribetes faranduleros y lo llevó a figurar en varias portadas y titulares, como una estrella de rock.

 Pero eso no fue todo, pues tras todo este escándalo y transcurrido un mes de las discusiones, Rossi anunció que se tomará un tiempo para definir si repone su candidatura para las elecciones internas de la tienda fijada para el 27 de junio (…no es broma). Mientras que su esposa, Carolina Tohá, lanzó su repostulación al PPD en el restaurante Mesón Nerudiano, olvidando un episodio que redujo la política chilena a una plana para el “periodismo rosa”.

De estos problemas el Partido por la Democracia no quedó impune. El “girardismo” y el “laguismo” volvieron a “enfrentarse” luego de que Tohá decidiera repostularse a la presidencia del partido. Pero esta vez sí que fue en serio.

Pepe Auth, quien ocupó el lugar de Jaime Quintana para presidir el PPD, intentó  ingresar a un encuentro de la colectividad cuando los adherentes de la ex secretaria de Estado le solicitaron que abandonara el lugar, arguyendo que se trataba de la proclamación de la ex vocera, lo que desencadenó fuertes discusiones entre ambos candidatos a través de la prensa.

En la Democracia Cristiana el panorama no escapa de la serie de escándalos que han protagonizado los partidos de la Concertación, aunque con un perfil mucho más bajo, eso sí. Los “girardistas” y “laguistas” del PPD dan paso a los “chascones”, los “príncipes” y los “alvearistas” de la DC, que proponen como candidatos para liderar el partido a Mariano Fernández, Ignacio Walker y Aldo Cornejo, respectivamente. Ése es el mapa electoral de la DC con miras a la elección de la nueva directiva partidaria, programada para el 29 de agosto. Ahora sólo falta que se pongan de acuerdo por un candidato.

Pero, cabe preguntarse, ¿le importa a la dueña de casa quién presida el Partido  Socialista? A lo más podría estar interesada en una eventual ruptura entre Carolina Tohá y Fulvio Rossi, como mucho ¿O el padre de familia que vive en una mediagua y que ahora mismo se encuentra desesperado buscando una alternativa para prevenir otro desastre mayor cuando comiencen las lluvias torrenciales en el sur de nuestro país? ¿Le importará a él si es Pepe Auth o la ex vocera de gobierno quien lidere la colectividad? O planteado de otro modo ¿Se le arreglarán los problemas económicos a Fulanito de Tal si sale electo Mariano Fernández como timonel de la DC? No me pida que le conteste.

jueves, 14 de julio de 2011

Feria Chilena del Libro: se mira pero no se compra.

Preferí caminar. No quise arriesgarme a entrar al metro sólo para avanzar una estación. Me acomodé la mochila y caminé a paso rápido. De Moneda a Plaza de Armas, no es tan largo el recorrido, pero en mitad del camino mis pies sintieron la pereza. Disminuí la marcha. Quería pensar.

Necesitaba tiempo para imaginar con lo que me iba a encontrar. No todos los días visito una Feria del Libro, menos para una fecha tan especial como el 23 de abril: El Día Mundial del Libro. Me imaginé grandes globos colgados, gente abarrotada sobre una multiplicidad de stands ansiosas de conseguir un libro, autores que se disponían a firmar libros con entusiasmo, digno de una mañana soleada. Pero, lamentablemente, nada de eso había.

Una señora bigotuda se atravesó por mi camino, y no era precisamente un siútico intelectual de esos que suelen encontrarse en las ferias de libros. No había miles de stands abarrotados de gente, sólo tres filas arrinconadas en una esquina de Plaza de Armas. Tampoco autores famosos, ni autógrafos ni nada de eso, sólo vendedores inexpertos que contestaban respuestas a medias a preguntas mediocres, jactándose de mayores conocimientos sin saber más que el precios de los libros.

A medida que pasaba la hora, tímidamente, llegaba más gente. Niños de cinco a ocho años, que acompañados de sus madres recorrían entusiasmados varios stands de literatura infantil.

También había muchos escolares. Grandes grupo entre diez y doce niños se paseaban tonteando con la risa impregnada en el rostro, como si estuvieran en el shopping. Quizá se confundieron de lugar o querían saber qué era precisamente un libro.

Los universitarios parecían ser otro cuento. Se paseaban dos o más veces por los mismos puestos, se quedaban mirando los libros, los manoseaban, por poco se los comían, como si nunca hubieran visto uno. Seguro creían que era una feria de exposición: preguntaban y preguntaban y no compraban nada.

La gente mayor, en su mayoría, acompañaba a los más pequeños y los menos, eran profesores. No podían faltar las dueñas de casa, que no se pierden ni una, que aprovechan la más mínima aglomeración para formar parte de ella. Me acuerdo que una señora preguntó cuánto costaba “El niño con el pijama de rayas”. La respuesta del vendedor fue suficiente para que empezara a reclamar lo que ella consideraba injusto. Decía que compró el mismo libro en otra librería pero más barato.

Desde libros de historia de Chile, historia universal, ciencia-ficción, grandes autores, novelas de amor, hasta biografías, comics y libros infantiles. De todo un poco. Había inclusos libros de sexualidad que estaban bien fondeados.

Los precios iban desde los tres mil hasta los 12 mil pesos. Algunos se quejaban y comparaban los precios con los falsificados. Otros, más miserables, con los fotocopiados.

A fin de cuentas, fue justo a la medida chilensis. Una feria mediocre al más puro estilo chileno. El mundo de los libros en nuestro país se reduce a tres filas de stands. Una feria pequeña acorde al número de lectores. Para qué pasar la vergüenza de llenar de stands un espacio y ver a diez pelagatos paseándose.

Queda claro que en Chile los libros no son una prioridad. Menos en tiempos de crisis. Aunque si en nuestro país existiera una conciencia cultural colectiva, el libro no sería un gasto, sino una inversión.

martes, 12 de julio de 2011

Sobrepoblación de perros vagos: Mendigando por una solución

De acuerdo, esto es a título personal, pero les aseguro que les incumbe a todos. Cuando salgo de mi casa veo todos los días a cinco perros apostados en la vereda, caca por todos lados y en unas cuantas cuadras más un quiltro abandonado que me muerde los talones. El problema es que me encuentro lo mismo a la vuelta de la esquina, en la casa de mis amigos, en el centro de Santiago, y en todos lados. Pero esto tiene su explicación.

De acuerdo a los datos recogidos por el Senado, de los 3 millones y medio de perros en Santiago, 250 mil sobreviven abandonados en las calles. Y la mitad, tienen dueño. Pongamos un ejemplo que permita comprender mejor el problema. 

En un año, 14 cachorros con un celo cada seis meses se traducirían, al año siguiente, en 98 cachorros con dos celos por año. Al tercero llevaríamos 686 cachorros. Al cuarto, 4 mil 802 cachorros. Y al quinto año, 28 mil 812. ¿Encontrarán todos buenos hogares? Esa es la pregunta del millón.

Algunos políticos apelan a la eutanasia. Grupos pro animales apuestan por la esterilización, y expertos prefieren un proyecto de concientización sobre la tenencia responsable de los animales. ¿Quién tiene la solución, entonces, de un problema que nos afecta, directa o indirectamente, a todos nosotros? Escojamos una o todas las opciones, pero ahora.

Si aplicamos eutanasia violamos, en primer lugar, la ley 20.830 sobre Protección animal. Por lo tanto, entramos en plena contradicción con la legislación vigente. No se entiende que teniendo una ley que vela por el derecho de la vida de los perros apliquemos eutanasia sólo para acabar con un problema que nos afecta a nosotros, los seres humanos. Caemos, nuevamente, en ese egoísmo altanero que nos caracteriza.

En segundo lugar. La eutanasia no permitiría terminar con el problema de fondo. Según el ejemplo anterior, se entiende que por cada animal que muere, nacen el doble, el triple, y vamos contando.

Ahora, si votamos por la esterilización como la alternativa más prudente, puede que estemos un poco más cerca de la solución. Pero existe un problema que soslaya cualquier consideración emocional o sentimental: el dinero.

A través del proyecto de Ley de Tenencia Responsable de Animales y Bienestar Animal, el Ministerio de Hacienda invertiría seis mil 500 millones de pesos en un plan de control de perros vagos que incluye la esterilización. Pero ya vimos cómo algunas autoridades políticas y pro animales –Guido Guirardi y Patricia Cosas, respectivamente– señalaron que, como mínimo, se necesitan 10 mil millones de pesos para aplicar el plan masivo. Dinero que, lamentablemente, no existe, o si existe, no quiere salir de donde está.

Siguiendo esta lógica, quedan dos cosas para pensar. Que el Gobierno sólo tiene disposición para gastar recursos en un plan que financia una matanza animal –porque en eso se traduciría la eutanasia, considerando la numerosa cantidad de perros vagabundos– o simplemente que quiere deshacerse rápidamente del problema.

No se explica de otra forma que el Ministerio de Salud no se haya pronunciado sobre un tema que afecta a todo el país y delegue funciones a las municipalidades para que se encarguen de un asunto que lejos de solucionarse está por comenzar.

¿O creen acaso que con los famosos chips detecta dueños –esos que están disponibles en Vitacura y Las Condes– terminarán por resolver el problema? ¿Qué pasará entonces con las poblaciones de nuestro país? Me refiero a la mal ponderada comuna de La Victoria que tiene una de las cifras más altas de sobrepoblación animal… ¿Qué pasará con esa comuna? ¿Lo mismo de siempre? Juzguen ustedes.

La hípica: afición de reyes y pordioseros

Si pensaba que era necesario tener unos cuántos millones en el bolsillo para practicar la hípica, estaba equivocado, sólo basta con doscientos pesos, el mínimo para una apuesta. Si además consideraba que era un deporte sólo para la elite gobernante del país, déjeme decirle que se equivoca de nuevo. En el Club Hípico no importan las diferencias de clases sociales, ni las ideologías políticas, ni el ingreso per capita de cada uno de sus visitantes. Acá sólo importan tres cosas: primero, el caballo; segundo, el caballo; y tercero, el caballo.

 El Hipódromo de Chile está ubicado en la comuna de Independencia, en Santiago. Con una pista de arena de 1.645 metros se corren las carreras de caballos más importantes del país. Entre ellas, el Clásico Saint Leger, El ensayo y el Derby. Juntas, son las Triple Corona de la Hípica Nacional. 

El hipódromo fue fundado en el 1900, y se estrenó con su primera disputa de carreras el 19 de septiembre de 1904. Éste, junto con el Club Hípico de Santiago y el Valparaíso Sporting Club, son los tres clubes más reconocidos de Chile. 

Una pasión que sólo algunos comprenden 

Una vez comienza la carrera el ambiente se enciende¡Paaaartieron!, grita el comentarista, y la expectación crece. Se levanta un hombre con los brazos al aire, mientras el del lado lo sigue inmerso en el más profundo trance. El comentarista no cesa ni un segundo de ilustrar con sus palabras quién va en primer, segundo y tercer lugar, hasta el último potrillo. Los caballos se acercan a la meta y ya están todos de pie, envueltos en una atmósfera de desenfreno, chasqueando sus dedos, gritando, alegando y animando a sus caballos. 

No hay mayor emoción que ver llegar a tu caballo en primer lugar, asegura el coordinador de apuestas, Manuel Bravo. Según él, la expectación que provoca presenciar la carrera; mas el nerviosismo por el tiempo que demoran en partir, la ansiedad de ser el ganador, y toda la emoción que brinda el espectáculo, genera esa adicción que atrapa a los apostadores.

Una sensación que, asegura, el dinero no puede explicar. Por eso, muchos amantes de este deporte se transforman en jugadores compulsivos. Para Manuel Bravo no se puede comparar la hípica con los juegos de azar, porque detrás de ese caballo ganador existe toda una lógica que explica su triunfo. 

En efecto, detrás del caballo ganador hay, en primer lugar, un jockey o jinete que se lleva el 10 por ciento de las ganancias cuando sale victorioso de la carrera. Y cuando no, se gana los improperios y descalificaciones de todos los apostadores que encolerizados reclaman por quien consideran el único responsable de la angustiosa derrota. Así, lo sigue un preparador que se queda con el 40 por ciento y un propietario del caballo, que muy sentado en la galería se une a las injurias en contra de los jinetes, pero cuando la suerte juega de su lado, como buen chileno, sale a recibirlo para felicitarlo. De pasada se gana el 50 por ciento restante de la victoria.

Mientras, los fanáticos no se despegan de las carreras hasta que la suerte se compadece de ellos. Según el preparador de Estrella Audaz, Osvaldo Martínez, un aficionado, después de suplicarle al destino una última oportunidad, logró llevarse 6 millones de pesos por una buena apuesta que significó uno de los montos más grandes que él recuerda haya ganado un apostador. 

La clave secreta del ganador

Dentro del mundo de la hípica existe una serie de códigos que un novato no lograría comprender. Las técnicas, pillerías, o las famosas cábalas que suelen utilizar los apostadores son claves indispensables para los jugadores compulsivos, aquellos que han hecho de este deporte una verdadera adicción. 

Sólo ellos conocen el dato, es decir, saben a cuál caballo apostar para reducir el riesgo de perder la jugada. Son hombres con experiencia en las carreras y, en más de algún caso, sus padres, abuelos y hasta bisabuelos han participado de este mundo tan particular. 

Si se va por jugadas pequeñas, apueste a Ganador: cuando el caballo que escogió llegue en primer lugar se llevará parte del premio. A Superfecta, si quiere jugar con un poco más de dinero, pero debe elegir a cuatro caballos y asegurarse de que lleguen a la meta en el mismo orden que usted eligió. Casi imposible para un novato. Si busca apuestas mayores, como a las que están acostumbrados los preparadores o dueños de caballos, váyase directo a una apuesta Pollón de Oro, que consiste en acertar en trece carreras; si le parece muy complicado, en la Apuesta Doble de Mil ganará cuando los caballos que escogió lleguen en primer lugar en dos carreras consecutivas prefijadas. Eso sí que es suerte. 

Sin embargo, aquí la suerte no discrimina, y desde los simples aficionados hasta los cuidadores, preparadores, jinetes o dueños de caballos tienen la posibilidad de llevarse una buena parte de la torta que se reparte en las carreras. Hay que tener buen ojo y el don en las carreras, como le llaman algunos. Para ello, la mayoría de los apostadores, y sobre todo quienes llevan un juego constante, utilizan las famosas cábalas para reducir los riesgos de una derrota. 

Mirarles las piernas a los caballos, apostar por el que ganó en la jugada pasada, utilizar el número resultante de combinaciones numéricas creadas por los mismos apostadores, o, incluso, una mirada sospechosa del jinete hacia las graderías, son algunas de las cábalas más típicas, que si bien pueden parecer gestos pequeños e inútiles, en más de una ocasión, pueden ser reveladores.

 El costo de la diversión 

Desde el vecino que vive cerca del hipódromo hasta el Kike Morandé, el ex Presidente Eduardo Frei, el famoso escritor chileno, Antonio Skármeta y también el jugador de fútbol, Arturo Vidal, han llegado a las dependencias del recinto para desafiar a la suerte cara a cara. 

Si los personajes que visitan el lugar llaman la atención, los nombres de los caballos lo son aún más. Baila MorenaDa Vinci, Nadal, Rocaman, Della Francesa, son algunos de los extraños nombres que los dueños dan a sus caballos. 

El empleado administrador del hipódromo, Nibaldo Yañez, dice que los nombres de los caballos son simplemente la anécdota de su dueño personificada. "Seguramente, Lizama (el dueño del caballo Baila Morena) vio a una negra bailando y se le ocurrió ponerle así nomás poh", dijo entre risas. 

Sin embargo, toda diversión tiene su costo. Si quiere mantener un caballo, le advierto, tiene que invertir entre los 250 a los 300 mil pesos. Pero para los administradores nada de eso importa.

Según el coordinador de apuestas, Manuel Bravo, las apuestas mueven alrededor de 450 y 600 millones diarios, y todos los recursos que sobran, como toda institución privada, se reparte entre los accionistas. Así funciona la cosa nomás, dice él. 

La hípica se ha transformado en un clásico dentro de la idiosincrasia chilena. Pero cuidado, le advierto que puede llegar a ser un mundo completamente desconocido para quienes nunca han experimentado la estrepitosa sensación que viven en carne propia grandes magnates y hasta pordioseros que ruegan a Dios ver a su caballo cruzar la meta en primer lugar.

Tema por su seguridad

Los manilargas están a la vuelta de la esquina y es imprescindible saber defenderse. Existen distintas herramientas para salvar ileso de un asalto, y es absurdo que las desconozca. De lo contrario, no tendrá más alternativa que agachar el moño y entregar rendido hasta la última chauchas que le quedaron metidas entremedio del bolsillo. Si ya está acostumbrado, sabe a lo que me refiero.

           Por Esteban Acuña

“Qué iba a pensar yo que en el trayecto a mi casa me iba a topar con tres flaites con pistola. Me quitaron la guitarra, toda la plata, y hasta mis cigarros. Meno' mal salve mi mochila; ma'encima me pegaron unos ‘charchazos’. Si hubiese tenido un pistola, le pego un balazo altoque. La dura que ni la pienso”.

Más de alguno de nosotros ha sido asaltado en al menos una oportunidad en la vida. Hace no más de un mes le tocó a Julio. Lo atraparon cuando iba llegando a su casa, como a dos cuadras. Lo más increíble de todo es que no es la primera vez que le ocurre, sino que la cuarta. “Ahora ni en sus barrios puede andar uno tranquilo”, comenta Julio, enrabiado.

El otro día caminaba por Paris con Londres cuando un joven moreno, delgado y sin polera le robó una cámara fotográfica a una turista española. Un estudiante del Instituto Nacional se dio cuenta y llamó a sus compañeros de curso y entre todos lo salieron persiguiendo. El lanza se escondió en el Hotel Vegas y la patota esperó lo afuera para lincharlo. Al pobre diablo lo sacaron a la fuerza del hotel y apenas apareció ante la mirada de todos los que lo esperaban, le llovieron los golpes y los escupos.

José Luis, durante años ha trabajado en el centro de Santiago y dice que ya es habitual que la gente se tome la justicia por sus propias manos. “La población ha perdido la paciencia y la confianza por los que están encargados de mantener el orden”.

Ya no es extraño ver que la gente se arme descontroladamente, que aprenda artes marciales más allá que por mero hobby, o que invierta en herramientas antirrobo: spray de pimienta, electroshock o instalaciones de seguridad en los hogares, entre otras cosas. Cualquier instrumento que les sirva para evitar un robo, dicen, vale pena.

Justicia: Armémonos, disparemos y matemos

La típica frase “las armas son un mal necesario” no tiene cabida en esta líneas. Para Mario Escobar, jefe de la sección de defensa de Armarket, las armas no son un mal y son necesarias.

Si tu ves el nivel de delincuencia que hay en Santiago y la forma en que los ladrones cometen sus ilícitos o asaltos, te puedo garantizar que ninguno anda sin un arma, por lo tanto, la única forma de defenderse es teniendo la tuya inscrita legalmente”, asegura Escobar.

Comprar un arma es considerado para muchas personas como la última instancia para defenderse de un asalto. Esto porque no es fácil tomar la decisión de tener una bajo tu cuidado. Lo primero, hay que aprender a ocuparla; segundo, hay que vencer el miedo a disparar y saber cuándo hacerlo; y tercero, hay quienes piensan que armarse significa agravar el problema y contribuir al aumento de la violencia.

Según Escobar, esto no es así. “La ley 17.798 enseña a los compradores las normas de uso de un arma. Los ladrones, en cambio, no saben nada de eso. Si los delincuentes ven que la mayoría de la población tiene su arma de defensa yo no creo que se arriesgarían a comprometer su integridad física o a morir. Lo veo difícil. Por lo tanto, armarse no significa más violencia, sino más seguridad”.

La pistola o el revolver –las dos armas más compradas por los clientes, según Escobar– son las que provocan mayor detención del delincuente. El arma blanca, como la cuchilla o cualquier artefacto de corto alcance, no es una buena alternativa: el ladrón podría aprovechar el momento y atacar a sangre fría.

Antes que un balazo, aplique persuasión

La mejor arma para reducir a un ladrón es la persuasión”. Con esta frase Mario Castro, cinta negra de Kárate y profesor de la escuela de la misma disciplina ubicada en la comuna de La Florida, sostiene que las armas no son la mejor alternativa para evitar un asalto.

Las armas las carga el diablo y sólo contribuyen a crear más violencia. La gente tiene miedo y quiere defenderse con sus propias manos. Eso se traduce en que quieran aprender distintas formas de protegerse, pero a través de una alternativa distinta, que no signifique utilizar las armas”, relata Castro.

Una cosa hay que tener en claro. Para usar el Kárate a nuestro favor o cualquier otra arte marcial como defensa personal y obtener resultados positivos, que es, a fin de cuentas, reducir al ladrón, es necesario dominar la técnica.

Las personas deben saber que al momento de aprender Kárate no basta con una o dos clases, ni tampoco existe un ‘curso rápido de defensa personal’. Acá se aprende a través de la constancia, el esfuerzo y la disciplina, dice Mario Castro, y parecer ser que ése es el problema.

Otras alternativas: Gas pimienta y electroshock

Si ya está aburrido/a de caminar por las calles de la ciudad con la amenaza constante de ser asechado/a por un ladrón y no se maneja con las pistolas por miedo a disparar al blanco equivocado; y menos se maneja con los puños, porque siempre sale perdiendo, prefiera Gas Pimienta, un spray que lanza un potente gas con carga de esencia de pimienta, oleorosina de pimiento, que deja inmediatamente reducido al lanza antes que intente siquiera aprovecharse del ciudadano desarmado. ¡Llame ya!”.

Seguramente ha escuchado alguna vez un aviso parecido del famoso Gas Pimienta. El Gas Pimienta es un arma con un efecto devastador. Provoca hinchazón en los párpados, picazón en los ojos, constricción de las vías respiratorias y el afectado cae rendido al suelo, con la cara ardiendo y completamente ahogado, todo eso por 40 minutos. Su precio oscila entre los 12 y 38 mil pesos, de acuerdo al tamaño del frasco, y su demanda ha aumentado crecientemente en Chile y se puede encontrar en cualquier armería del país.

Otro dispositivo parecido es el electroshock, una herramienta que provocan descargas eléctricas suficientemente fuertes como para dejar aturdido a un ladrón. Hay desde celulares, bastones y espadas, que apenas se acercan a un sospechoso descargan un golpe eléctrico. Éstas cuestan un poco más, alrededor de los 40 mil pesos.

Rubén Garrido trabaja como vendedor en Todo Espía, una empresa que dispone de diversas herramientas para la defensa personal. Según él, la venta de armas como estas han aumentado crecientemente durante los últimos años y eso se debe exclusivamente a sus buenos resultados. “Antes que andar con pistola, cuchillo o cualquier otra arma, es mejor utilizar algo más discreto y efectivo como el gas pimienta o los electroshock.”

El aumento de la delincuencia y la inseguridad no sólo se advierte en el aumento de las ventas de este tipo de productos, también en las agencias de seguridad privada, como ADT, Patroll o SAT, que ofrecen sus servicio de alta tecnología en casas y empresas.

Parece que todo sigue de acuerdo a lo que un día advirtió Don Graf, el sabueso de la seguridad, por la tele: no hablen con desconocidos, no reciban a nadie que llame a su casa, permanezcan escondidos en sus hogares, enreje sus casas, coloque alarmas y por ningún motivo apoye su trasero en los asientos de atrás de la locomoción colectiva. Si sigue esas indicaciones al pie de la letra, se supone que estará a salvo. Y lo más importante, tema por su seguridad.